Es una realidad que nadie puede hablar de la divinidad, si no la ha experimentado. Pero, ¿qué es la divinidad? Empecemos por decir que una vez llegamos a la tierra se nos instalan un montón de costumbres o creencias que no revisamos a consciencia para qué y por qué son, sino que simplemente las interiorizamos como si esa fuese la única verdad. Por esto, se actúa de una manera que dista mucho de lo que es estar conectado con nuestra esencia.
Cuando me comunico con mi divinidad te da una sensación de paz y tranquilidad y solo entra cuando tú la llamas, porque esta no te va a generar angustias, ni ansiedades. Es una voz dentro de ti, familiar y perfecta. A veces creemos que para llegar a ese punto de conexión deben suceder cosas paranormales o místicas y es totalmente falso. Imagínate que es una conversación con tu mejor amigo, donde puedes hablar, enojarte o dar tu punto de vista cuando algo no te parece, solo que esto pasa en un plano espiritual, en otra dimensión.
Por otro lado, es importante mencionar que somos seres físicos, almáticos y espirituales, somos un ser con varios cuerpos y, que a la vez, traemos una sombra, una parte oscura por arreglar aquí en la tierra. Así pues, te has preguntado, por ejemplo, ¿cómo está tu relación con la Madre Tierra? ¿Si has honrado el cuerpo físico que ella te dio? ¿Cómo lo alimentas? O, por el contrario, ¿vives en automático y esperas que todo pase?
Somos hijos de la Tierra y para poder comunicarnos con nuestro Creador, ella espera que vengamos a expresar nuestros dones. Todos venimos con una misión única por cumplir aquí y ahora, pero no lo estamos haciendo porque nuestra tarea es recordar nuestra esencia y el enemigo interno va a querer sabotear y no permitir que encuentres la conexión con tu luz. Por eso, es necesario tener tiempo para conocer tu interior, desintoxicarnos de todo lo que nos agobia, hacer ejercicio, aprender a meditar y sobre todo escuchar en el silencio, porque es la manera más bella y perfecta que tiene la divinidad hablarle a tu alma, porque si tu ego escucha, puede dañarte o desviarte las bendiciones que hay para ti.
Sin la divinidad, no existimos. Ahora piensa: ¿qué esperas para cultivar tu mundo espiturial?
Por: Sintonizando con mi ser · Marcela Mejía
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